Cuando aún no se apagaban las luces en la Casa Blanca por las acusaciones de Monica Lewinsky contra Bill Clinton, en el año 1999 le salió otro lío de faldas al marido de Hillary Clinton cuando aún era presidente de los Estados Unidos.

La prensa de la época recuerda que los abogados del ex mandatario se vieron obligados a negar las acusaciones de Juanita Broaddrick, quien manifestó que en el año 1978, en la ciudad de Little Rock, Arkansas, fue abusada sexualmente por Clinton.

Todo habría ocurrido cuando el ex mandatario era fiscal general del estado y aspiraba a llegar al puesto de gobernador de Arkansas.

El rumor de Broaddrick venía hace muchos años pero en 1999 se hizo pública, a través de una serie de entrevistas de la enfermera en varios medios de prensa nortamericanos.

Broaddrick dijo en esa época que había mantenido en secreto este hecho ya que estaba emparejada con otro hombre, además de mantener una mentalidad asociada a la década de los setenta. Al miso tiempo dijo que nadie le habría creído este episodio con el fiscal general del Estado.

Ella calificó la experiencia vivida en un hotel de Little Rock por el año 1978 como “una experiencia horrible, horrible, de la que yo sólo quería alejarme”.

Clinton y Broaddrick se conocieron ese mismo año cuando el entonces fiscal general visitó el asilo de ancianos que ella comandaba, convirtiéndose en voluntaria de la campaña a gobernador de Bill.

Luego que el ex mandatario le pidió que se juntaran en un hotel, él habría sugerido que se tomaran un café en su habitación y una vez en esta, él la habría forzado a tener relaciones sexuales, según el testimonio de la mujer.

Cuando todo terminó, Clinton la miró y le dijo que no había problemas ya que era estéril por haber sufrido de paperas cuando era un niño, según el relato de la mujer, que aseguró que nunca pudo olvidar el traumático episodio.

Los abogados de Clinton desmintieron las acusaciones en la época, tratando de bajarle el pelo al asunto, acusando que intentaban dañar la imagen del entonces mandatario.

El episodio fue revivido por los republicanos en la última campaña presidencial, con el objetivo de dañar la candidatura de Hillary Clinton.

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