Durante julio de 1989 la Argentina batió un nuevo récord económico al trepar la inflación al 196,6 por ciento . Para los precios mayoristas, el aumento fue de 208,2 por ciento.
Los rubros más perjudicados por la inflación fueron el transporte público -aumentó 303 por ciento-, los gastos de electricidad y gas -314,7 por ciento- y la construcción que se encareció 227,3 por ciento. Los alimentos se incrementaron en promedio 189 por ciento, y la carne aumentó un 156 por ciento .El récord se lo llevó la lechuga: su precio subió 889,9 por ciento.
En los meses de mayo y junio, los salarios se redujeron 19 por ciento según un informe de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), y los sectores más perjudicados fueron la industria y la administración pública.
El salario mínimo de entonces era de 4.000 australes, equivalente a 15,1 dólares, y en la primera semana de agosto sólo alcanzaba a cubrir el 10 por ciento de la canasta familiar .
La crisis económica se agravó por los saqueos a supermercados que se produjeron dos semanas después de las elecciones del 14 de mayo que ganó Carlos Menem Raúl Alfonsín no pudo manejar ni la situación económica ni la política y abandonó el poder seis meses antes de que se cumpliera el mandato constitucional .
En todo el año 1989 la inflación llegó al 4923,3 por ciento. El período donde los precios aumentaban a cada minuto se conoció como la hiper. O hiperinflación. Durante todo el mandato de Alfonsín, y para protestar por la situación económica, la Confederación General del Trabajo (CGT) hizo trece paros generales. El jefe de la CGT era Saúl Ubaldini.
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